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Dialéctica del Desarrollo: Diagnóstico de la Crisis del Brasil (página 2)




Enviado por JOSE MANUEL ACOSTA



Partes: 1, 2

Características económicas de
la industrialización

La industrialización brasileña ha sido una
consecuencia indirecta de políticas inspiradas
principalmente por grupos ligados a los interese de la
economía tradicional de exportación. Esa
industrialización fue de tipo sustantivo, es decir, se
basó en un mercado creado previamente por la
economía de exportación. Al contrario de la
industrialización clásica, que se abrió
pasó a través de una reducción en los
precios relativos de sus productos, la de tipos sustantivo
encuentra un vacio creado por una suspensión de
importaciones, mientras el nivel de la demanda se mantiene, lo
cual permite avanzar aunque se eleve el nivel de
precios.

La ausencia de una política que orientase el
proceso de industrialización tuvo serias consecuencias,
cuyos efectos negativos se cumularon en la fase
presente.

Otra consecuencia de la falta de una política
coherente de industrialización fue la concentración
de las inversiones en industrias menos "esenciales". Como
esencial fuese el producto, los sectores que producían
artículos suntuarios resultaban los más atrayentes.
Esto entorpeció, por un largo periodo, el desarrollo de la
industria de bienes de capital.

No menos importante fue la tendencia a sobrecapitalizar
y sobremecanizar las industrias. El gran subsidio
implícito que contenía la importación de
equipos y la certeza de que cuando se interrumpiera esa
política se podrían obtener abultadas ganancias de
capital mediante la venta o el uso de esos equipos, creo una
tendencia generalizada a sobreinvertir en equipos. En su
conjunto, el sistema económico tendió a presentar
distorsiones importantes, con exceso de capacidad en unos
sectores e insuficiencia en otros. Se creó una
situación tal que para mantener un grado razonable de
utilización de la capacidad productiva se hacía
necesario elevar el nivel del gasto (consumo mas
inversión) muy por encima del nivel de ingreso (pago a los
factores), lo cual sólo es posible mediante un margen
sustancial de endeudamiento externo.

La tendencia a la sobremecanización tuvo
consecuencias más importantes todavía. El
desequilibrio al nivel de los factores es seguramente el problema
mas grave que enfrentan las economías subdesarrolladas. Se
trata de una consecuencia inevitable de la absorción de
una tecnología tomada de prestado a economías
subdesarrolladas los salarios pagados en el sector industrial son
artificialmente elevados, en relación con el costo de los
equipos. En las economías subdesarrolladas los salarios
pagados en el sector industrial son artificialmente elevados, lo
cual se debe a una serie de factores, lo cual se debe a una serie
de factores sociológicos y políticos. Este hecho
estimula la tendencia a sobremecanizar las industrias, dentro de
la línea de la tecnología disponible, lo cual a su
vez justifica seguir la política de mantener un nivel de
salarios muy superior al que pagan los sectores que proporcionan
empleo a la gran mayoría de la población. A partir
del momento en que los precios relativos de los equipos son
rebajados artificialmente (mediante un subsidio cambiario, como
ocurrió en el Brasil), los efectos negativos de esa
tendencia se agravan necesariamente. Por ello las grandes
inversiones industriales realizadas en el Brasil entre 1950-1960
no contribuyeron en nada a modificar la estructura ocupacional de
la población. De esta manera, en una fase de rápido
crecimiento de la población, el crónico subempleo
de mano de obra se agravo en extremo, como consecuencia de la
falta de una política orientadora del proceso de
industrialización.

Cambios en la
estructura social

La industrialización se realizó al amparo
de los efectos indirectos de medidas tomadas con el objetivo de
favorecer los intereses de la agricultura tradicional de
exportación. Con todo, esa industrialización
acarreó consecuencias para el conjunto de la estructura
social del país, con importantes repercusiones en las
instituciones en que se apoya el sistema tradicional de poder.
Conviene considerar detenidamente este aspecto del problema de
los cambios sociales ocurridos en el Brasil en las tres
últimas décadas, si se pretende identificar los
principales obstáculos de carácter político
que se oponen al desarrollo económico del país en
la etapa actual.

En 1930 el sistema económico y la estructura
social de Brasil no eran muy diferentes de lo que había
sido en el siglo anterior. La economía del país
continuaba apoyándose en la exportación de pocos
productos primarios, principalmente el café, de
azúcar, de cacao, etc. La producción ya fuese de
café, azúcar, etc., estaba organizadas en
haciendas, que continuaban siendo la institución
económica y social básica del país. Cerca de
las cuatro quintas partes de la población del mismo
vivían en el campo, organizadas económicas y
socialmente en esas haciendas, cuyas dimensiones serán
considerables, pues llegaban a albergar a varios miles de
personas. También cerca de las cuatro quintas partes de la
población estaban formadas por analfabetos, y estos, al
igual que hoy, se hallaban privados constitucionalmente de
derechos políticos. Las personas que tenían
participación efectiva en el proceso electoral
representaban poco más del 1% de la población del
país. Para la gran masa de la población
existían a través de algunos de sus símbolos
más ostensivos, como la figura del presidente de la
república, que sustituyó a la del emperador. Las
autoridades locales aun cuando eran parte integrante de la
burocracia federal, estaban bajo el control de los grandes
señores propietarios de las tierras. El voto era
público y el recuento de los votos lo hacían
personas de confianza de los señores locales. Por
último, había un mecanismo que permitía a
las autoridades centrales alterar los resultados de las
elecciones. De esta manera, quienes estaban en el poner
disponían de todos los medios para permanecer en
él.

El estancamiento del sector agrícola de
exportación, la concentración de las inversiones en
actividades urbanas, principalmente manufactureras, y, por
último, el rápido aumento de las actividades
estatales, trajeron consigo importantes transformaciones en la
estructura social del país, cuya manifestación
externa más importante consistió en un
rápido proceso de urbanización.

Las importantes modificaciones de la estructura social
que hemos señalado no han tenido hasta ahora una
contrapartida adecuada en el sistema de instituciones
políticas. Como el proceso de industrialización se
hizo sin un claro antagonismo con el interés de los grupos
vinculados a la vieja agricultura de exportación, no se
formo en el país una ideología industrialista capaz
de proyectarse en el plano político.

En la medida en la que se fueron desarrollando los
medios de comunicación y que el mercado de trabajo de todo
el país tendió a unificarse, se hizo evidente el
desnivel de los salarios pagados por la industria. De esta forma
la ausencia de un antagonismo consiente entre la clase
trabajadora y la clase patronal permitió que los
empresarios industriales se habituaran a un clima social
análogo al que prevalecía en la agricultura. Las
circunstancias no favorecieron un comportamiento
específico en esos empresarios, que contribuyese a
diferenciarlos de la vieja clase de los señores de la
tierra.

Consecuencias
políticas de los cambios sociales

A esa falta de una clase industrial con una
ideología propia y una fuerte actuación
política cabe atribuir en buena parte la lenta
modernización del marco institucional político
brasileño.

Las modificaciones en la estructura social que se
tradujeron en el proceso de urbanización crearon
condiciones para le predominio del electorado urbano. Esta
urbanización encuentra en la industrialización unos
de sus varios factores formativos. No se trata, no efecto, de una
forma tradicional de urbanización, generada por el
rápido empleo de mano de obra en las actividades
manufactureras, característica de la
industrialización clásica. En el Brasil las
industrias han absorbido poca mano de obra, mucho menos que la
misma agricultura, especialmente a partir del 1950. La
urbanización resulta sobre todo del fuerte crecimiento
demográfico, de la gran concentración en la
distribución del ingreso, del aumento de las actividades
estatales, de la forma en que la tecnología
agrícola ahorra mano de obra y de factores
sociológicos que actúan con particular intensidad
en los países en que el nivel de vida del campo y de la
ciudad es muy disparejo.

La parte del incremento de la población rural que
no encuentra ocupación en el campo y esa parte son siempre
grandes cuando la agricultura de exportación no crece con
intensidad tiene que emigrar hacia las zonas urbanas. En
éstas existen perspectivas de encontrar algún
trabajo, ya que es en ellas donde se gasta la mayor parte del
ingreso, aun aquel que se concentra en las manos de los grupos
dirigentes de la agricultura. Cuando el desarrollo se lleva a
cabo con una fuerte concentración del ingreso, como en el
Brasil, el mercado de servicios tiende a crecer con intensidad,
absorbiendo directa e indirectamente importantes cantidades de
mano de obra. Por otra parte, las grandes concentraciones urbanas
exigen obras públicas importantes, así como un
incremento mas que proporcional del aparato administrativo del
Estado, lo cual, por su lado, contribuye a intensificar el
proceso de urbanización. Evidentemente esa
intensificación solo se hace viable si la
producción de bienes en la industria y en la agricultura
también se mantiene en aumento.

La lucha por el
poder y el
arbitraje militar

La lucha entre los jefes del Poder Ejecutivo, sometidos
a un presión permanente de las masas, con las cuales
llegan al pacto electoral y el Congreso, donde de concentra el
poder de las clases dirigentes tradicionales, han constituido una
constante de la política brasileña en los
últimos años. Esa lucha no constituye sino el
aspecto externo más visible del profundo conflicto interno
que afecta al proceso político
brasileño.

Las instituciones políticas regionales
están sometidas al control más rígido por
parte de la vieja clases dirigente, la capacidad del poder
central para llevar a cabo ciertas políticas tropieza con
múltiples obstáculos que imponen los intereses
locales.

El conflicto profundo que existe entre las masas
urbanas, sin una estructuración definida y bajo el
liderazgo populista, y la antigua estructura de poder que
controla el Estado, permea todo el proceso político del
Brasil actual. Los lideres populistas, conscientes del estado
psicológico de las masas, reivindican una rápida
modernización del país, a través de reforma
de base, de cambios estructurales. Ese conflicto de poder entre
los dirigentes populistas y la clase dirigente tradicional ocupa
el centro de la lucha política y hace impracticable la
consecución de cualquier programa coherente por quienes
ocasionalmente dirigen el país.

La existencia de un conflicto fundamental que pone en
jaque el propósito fundamental de las instituciones
básicas en que se fundamenta el poder, crean crea
condiciones favorables al arbitraje militar. Ese arbitraje no
elimina de por si las causas del conflicto, pero crea condiciones
para romper el Impasse. Tanto puede servir para consolidar la
estructura tradicional de poder, sometiendo a las masas a un
proceso de adormecimiento, como para forzar cambios en las
estructuras tradicionales.

En síntesis, puede afirmarse que el desarrollo
constituye la aspiración fundamental de la sociedad
brasileña de nuestros días. Esa aspiración
se manifiesta en forma de un descontento generalizado con
respecto a las precarias condiciones de vida que afronta la
población actualmente, y al mismo tiempo a través
de una actitud optimista con respecto a las posibilidades de que
el país pueda aspirar esas condiciones y alcanzar formas
superiores de organización social.

Reencuentro de la
dialéctica

El esfuerzo realizado por Hegel para formular los
principios de una lógica del proceso histórico,
constituyó el punto de partida del movimiento más
importante de renovación del pensamiento social en el
siglo XIX. Hegel estableció el principio de que el mundo
no esta constituido por cosas acabadas, sino por un conjunto de
procesos y que solamente una lógica del desarrollo
podría capacitarnos para comprender esos procesos. A esa
lógica la llamó Dialéctica. Si bien en su
preocupación por abarcar todo "en un sistema
filosófico" Hegel dio una extensión exagerada a la
aplicabilidad del método dialectico, su punto de partida
fue indudablemente esa idea de desarrollo que extrajo de una
observación cuidadosa de los procesos históricos.
Con la dialéctica pretendió al mismo tiempo
comprender la historia y demostrar que existe una "necesidad
histórica". La dialéctica lleva a comprender la
historia como una oposición de fuerzas en equilibrio
móvil.

Las dificultades fundamentales con que tropezó en
el siglo XIX la utilización de la dialéctica como
instrumento de trabajo, fueron resultado de dos tendencias
surgidas entre los pensadores marxistas que la aplicaban. La
primera desea tendencia tiene sus raíces en el propio
Hegel, aunque seria difícil encontrarle
justificación en el pensamiento de Marx: se trata del
esfuerzo por generalizar la dialéctica, aplicándola
a la explicación de los fenómenos naturales. La
segunda de esas tendencias, deriva de la primera, resulto del
deseo de transformar la dialéctica en un conjunto de
reglas de aplicación universal.

La esencia del pensamiento dialectico esta en la idea
simple de que el todo no puede ser explicado por el
análisis aislado de sus distintas partes. El todo se capta
primero a través de una síntesis, en gran parte
intuitiva, que realiza el espíritu humano y a partir de
esa síntesis adquiere sentido el análisis de las
partes.

La importancia de la dialéctica para a la
comprensión de los procesos históricos deriva
precisamente del hecho de que la historia, al nivel de los
conocimientos actuales del hombre, no puede ser reconstituida si
se parte del análisis asilado de los múltiples
hechos que lo componen. Sin embargo, el hombre, a través
de la praxis individual "experiencia original de la
dialéctica" para usar la expresión de Sartre intuye
o extrae el proceso histórico la visión
sintética capaz de dar unidad a aquella multiplicidad de
fenómenos. A partir de esa experiencia original se puede
hablar de la dialéctica como instrumento par comprender
los procesos históricos.

El desarrollo
económico en el proceso de
cambio
cultural

El carácter histórico del análisis
económico moderno, permitió el perfeccionamiento de
importantes instrumentos metodológicos, tales como la
concepción de equilibrio parcial y general, creó
por otra parte serias dificultades para ubicar los problemas
económicos en su contexto de desarrollo, en efecto, en la
medida en que la economía se esmeraba en estudiar las
condiciones de equilibrio sobre la base de relaciones funcionales
en un instante dado, se incapacita mentalmente para captar los
fenómenos económicos en desarrollo y como aspectos
de un proceso mas amplio de cambio social, cuyos contornos
sólo son perceptibles en el contexto de una realidad
histórica, o sea partiendo de alguna imagen que configure
el todo social y su comportamiento en el tiempo.

La explicación básica de los cambios
sociales se halla en la introducción de innovaciones, que
bien pueden tener un origen endógeno de la propia cultura,
o bien tomarse de otras culturas. Pero cabe admitir que la
introducción de innovaciones provocan una serie de
reacciones. Estas reacciones pueden asumir tal carácter
que en la práctica restablezcan los valores
iníciales de las variables básicas, lo cual
indicaría la existencia de un sistema de equilibrio
estable. Sin embargo, los cambios introducidos en la cultura
material por innovaciones tecnológicas presentan
características particulares. Esos cambios tienen un
carácter necesariamente dinámico, y tienden a
provocar reacciones en cadena.

Por mas que el concepto de cambio social ha sido
propuesto por antropólogos y sociólogos en el marco
de la preocupación anti evolucionista de quitar a la
historia todo sentido, el concepto hegeliano de un movimiento
histórico en cierta dirección necesaria,
transferido para el desarrollo económico, como un caso
particular del proceso de cambio social. En efecto, se pude
definir el desarrollo económico como un proceso de cambio
social por el cual un numero creciente de necesidades humanas,
preexistentes o creadas por el mismo cambio, se satisfacen a
través de una diferenciación en el sistema
productivo generada por la introducción de innovaciones
tecnológicas.

No se introducen innovaciones en una cultura son
suscitar resistencias y éstas, la mayoría de las
veces, se manifiestan a través de conflictos sociales. El
conflicto resulta de la búsqueda consciente, por los
miembros de una sociedad, de valores que se excluyen entre si. En
la búsqueda de esos valores los individuos o grupos
rivales usan las armas variadas, desde la violencia hasta la
persuasión. La introducción de innovaciones
tecnológicas, precisamente porque tiende a generar un
aumento del producto, crea un excedente que la colectividad puede
utilizar para aumentar su capacidad productiva para obtener un
mejoramiento inmediato del bienestar social.

Las innovaciones tecnológicas, que constituyen la
esencia del desarrollo, no provocan solamente modificaciones en
la estructura del sistema de producción. Ponen en
movimiento una cadena de reacciones, debido a la interdependencia
que existe entre los elementos básicos de toda cultura.
Así, los cambios en la estructura económica tienden
a acarrear modificaciones en toda la estructura social y esto no
sucede en forma de causación simple, sino en
función de determinadas condiciones históricas. En
las económicas que llaman subdesarrolladas, ese proceso de
ajuste de la estructura social a la corriente de cambios generada
por la invención de una nueva tecnología presenta
una serie de peculiaridades que lo distinguen del modelo
corriente del desarrollo capitalista.

Las luchas de
clases en el desarrollo de las instituciones
políticas

La importancia que presenta la lucha de clases en el
desarrollo del capitalismo industrial deriva de ciertas
características propias de su estructura social. A
diferencia de todas las demás formas de
organización económica anteriores, el capitalismo
industrial dio origen a un sistema de producción en que
prevalecen grandes unidades productivas y en que esas unidades
tienden a aglomerarse con el objeto de reducir los costos de
producción. La consecuencia social amas importante de esta
forma de producción ha sido el proceso de
urbanización. La antigua cuidad comercial, de
población heterogénea y fluctuante, fue sustituida
por la metrópoli industrial con grandes masa de
trabajadores asalariados sujetos a un desempleo periódico.
Estas condiciones particularmente permitieron la formación
de la conciencia de clase, sin la cual no habría sido
posible transformar los conflictos ocasionales de grupos en
luchas de clases organizadas. Si comparamos la situación
de la clase trabajadora industrial con la que prevalecía
en la clase campesina, en el siglo XIX, vemos con claridad la
índole de este problema. La clase campesina, del mismo
modo que los trabajadores industriales, tienen su razón de
ser en la propiedad privada de los medios de producción;
por lo tanto, sus intereses están en evidente antagonismo
con los intereses de los latifundistas. Sin embargo, su lucha
contra los latifundistas no llegó a ser un factor
básico en el desarrollo de la sociedad moderna, y ni
siquiera se puede afirmar que los campesinos hayan alcanzado una
etapa de plena conciencia de clase. El desarrollo de las fuerzas
productivas no tendió a agudizar el antagonismo entre
campesinos y latifundistas, sino a crear formas de empleo de
creciente importancia fuera de las zonas rurales, lo que condujo
a una escisión de la clase propietaria de los bienes de
producción. El elemento motriz del desarrollo social en
esa fase será el antagonismo de los dos sectores de dicha
clase: la nobleza y le burguesía.

Si la lucha de clases constituyó el elemento
motriz básico en el desarrollo de las sociedades de
economía capitalista industrial, cabria preguntar si esta
lucha tendió a hacerse mas aguda o mas débil con el
desarrollo del capitalismo, las luchas de clases se tradujeron en
fuertes tensiones políticas, que ocasionalmente se
transformaban en procesos revolucionarios.

Las
ideologías de clase en la lucha por el
poder

Para comprender el movimiento socialista es necesario
tener en cuanta que surgió de la practica de la lucha de
clases y que su formulación doctrinario resulto
principalmente del trabajo intelectual de los hombres que
participaron en él. En una de sus famosas tesis sobre
Feuerbach, Marx señala la necesidad de observar el mundo
sensible como actividad humana concreta, como practica. Y nos
dice que la actividad revolucionaria es la actividad
práctica crítica. Este debe ser nuestro punto de
partida para abordar el problema de las revoluciones en el
desarrollo de las sociedades basadas en el capitalismo
industrial. En síntesis, fue una época en que los
ajustes de mayor significación introducidos en la
estructura social fueron resultado de revoluciones o
casi-revoluciones.

El pensamiento socialista revolucionario surge de la
actividad práctica crítica de los intelectuales de
esa época. En Marx, por ejemplo, la actividad del
revolucionario siempre abrió camino al hombre de
pensamiento, si bien la actividad de este último
iluminó un campo inmensamente más amplio que aquel
en que se movía el primero. Es necesario tomar en cuenta
estos hechos para comprender las discreciones entre las ideas de
Marx con respecto a la revolución y sus concepciones
generales con respecto al desarrollo de la economía
capitalista. En 1848, al estallar la revolución en Paris y
propagarse por casi toda la Europa continental, Marx creyó
seriamente que se hallaba ante el primer acto de una
revolución que solo concluiría con la
eliminación del dominio de la burguesía en
Europa.

Las ideas de Lenin siempre estuvieron estrictamente
orientadas hacia la acción, lo cual les daba gran eficacia
en las condiciones concretas para las cuales se formularon,
aunque parecieran muy limitadas para los observadores de la
Europa occidental. Lenin atribuía gran importancia a los
problemas ideológicos y afirmo que no podría haber
revolución sin ideología. En la ideología
veía una fuerza aglutinadora capaz de infundir en las
masas una gran confianza en sus líderes, como portadores
de una verdad cuya calidez estaba por encima de cualquier
duda.

Dialéctica
del desarrollo capitalista

El desarrollo económico, que es fundamentalmente
un proceso de incorporación y propagación de nuevas
técnicas, entraña modificaciones de tipo
estructural, tanto en el sistema de producción como en el
de distribución del ingreso. La forma en que esas
modificaciones se hacen efectivas depende, en buena medida, del
grado de flexibilidad al cual no es ajena la mayor o menor
aptitud de las clases dirigentes para superar las limitaciones
naturales de su horizonte ideológico.

En un sentido estricto, el desarrollo económico
es el proceso de expansión del sistema productivo que
sirve de fundamento a una determinada sociedad. Esa
expansión sólo se hace factible cuando actúa
algún mecanismo de autolimitación, que la propia
sociedad se impone, con respecto a la utilización del
producto social. Esa autolimitación es condición
necesaria para la acumulación de nueva capacidad
productiva. Por otra parte, la ocupación de la nueva
capacidad productiva exige introducir modificaciones en la forma
en que la sociedad utiliza el producto social.

Hasta el momento en que sugirieron las modernas
economías planificadas, en que la acumulación emana
de un acto deliberado de política económica, la
autolimitación que se imponían las sociedades para
expandir la capacidad productiva estuvo ligada a formas de
distribución del ingreso caracterizadas por grandes
desigualdades.

Pero el desarrollo no depende tan solo de la
acumulación. Se funda igualmente en la fuerza
dinámica que surge en las sociedades bajo la forma de un
impulso por mejorar las condiciones de vida. Si el incremento del
producto que genera la acumulación permanece concentrado
en las manos de los pequeños grupos dirigentes, el proceso
de formación de capital tiende a alcanzar un punto de
saturación. Si el desarrollo puede proseguir es porque una
parte apreciable de ese nuevo producto se distribuye entre las
masas trabajadoras. Esas masas trabajadoras tienden a consumir la
totalidad de lo que llega a sus manos, y muy pronto toman
conciencia de que están sometidas a un régimen de
racionamiento permanente en la satisfacción de sus
necesidades. Perciben que el mecanismo de autolimitación
que la sociedad se impone a si misma opera en forma
discriminatoria contra los grupos cuya única fuente de
ingreso es su propio trabajo.

Proyecciones
políticas del subdesarrollo

El subdesarrollo debe entenderse, antes que nada, como
un problema que se plantea en términos de estructura
social. El hecho de que sus aspectos económicos sean los
más estudiados y conocidos constituye simplemente una
confirmación de la tesis general de que los factores
económicos desempeñan casi siempre un papel
predominante en el proceso de desarrollo social. Así, la
caracterización del subdesarrollo en términos
estrictamente económicos no solo es tarea más
sencilla, sino también un método perfectamente
legítimo para acercarse a una primera formulación
del problema. No obstante, seria totalmente erróneo
esperar que los economistas, con los instrumentos de
análisis propios de su disciplina, pudiesen agotar este
campo de investigación, en el cual se plantean aspectos
importantes que deben ser abordados desde el punto de vista de la
sociología y de la ciencia política. Pensar en el
subdesarrollo como un problema de ingreso por habitante
constituye, sin embargo, una de las obsesiones de nuestra
época, que crea graves reflejos negativos para una
comprensión global del problema en el plano
histórico.

En las estructuras sociales subdesarrollados, por el
simple hecho de que los factores de producción de oferta
inelástica (particularmente la tierra) tienen una
importancia relativamente mayor, la división social del
trabajo y la propiedad privada de los bienes de producción
se refleja en una marcada diferenciación de clases, en
efecto, los países subdesarrolladas, en la casi totalidad
de los casos, son fundamentalmente agrícolas; vale decir,
la gran masa de su población esta formada por campesinos,
que se contraponen a una minoría de latifundistas y
comerciantes.

Por lo que conceptuamos como subdesarrollo no es tanto
la existencia de una economía fundamentalmente agraria, en
cuyo caso tendríamos tan sólo una economía
atrasada, sino más bien la presencia de un dualismo
estructural. Este se origina cuando en una economía
agrícola atrasada, determinadas condiciones
históricas propician la introducción de una clase
de cuña de economía típicamente capitalista,
y se crea un desequilibrio, al nivel de los factores, par
utilizar la terminología de los economistas, con reflejos
en toda la estructura social. Las condiciones que crea el
dualismo estructural difícilmente pueden explicarse con un
modelo de equilibrio estable.

En un país de economía subdesarrollada la
clase dirigente tiende a diferenciarse en tres sectores
principales: el primitivo núcleo latifundista, el grupo
que representa los intereses ligados al comercio exterior
(siempre con fuertes vínculos foráneos) y el grupo
capitalista que se apoya básicamente en el mercado
interior. El primer grupo se presenta, en general, como
librecambista y antiestatal, es decir, contrario a toda
modificación del status quo, que imagina tendría
que venir por vía de la acción estatal. El segundo
grupo también es librecambista, pero su liberalismo esta
matizado por ciertas restricciones, ya que este grupo aprende
desde temprano a utilizar el aparato del Estado para defender sus
negocios externos. El tercer grupo es proteccionista y en muchos
aspectos estatal, pues procura utilizar el aparato estatal, a
través de la política crediticia, cambiario y de
otros medios, para transferir recursos en beneficio
propio.

En un país subdesarrollado, todo "gobierno
fuerte" creado por un golpe de Estado tiende necesariamente hacia
la derecha, por más que haya surgido con propósitos
diferentes en el espíritu de algunos de sus autores. Por
el hecho mismo de haber sido resultado de un golpe, ese gobierno
deberá apoyarse en la maquina existente para alcanzar
alguna eficacia inmediata. Sin esa eficacia inmediata, esa
"gobierno fuerte" se debilitara; es decir, perderá el
apoyo de la opinión pública que necesita para
mantener el mínimo de legitimidad sin el cual no
podrá sobrevivir. Por otra parte, sólo es viable a
corto plazo precisamente aquello que se puede hacer utilizando
los métodos conocidos y los instrumentos disponibles de
inmediato. En realidad, los gobiernos constituidos por procesos
extralegales, aunque se digan "fuertes", son sumamente
débiles en su etapa inicial y adquieren fuerza en la
medida en que van pactando con los intereses constituidos y con
los grupos organizados que detentan alguna parcela del poder.
Tales porque los objetivos iníciales se perdieron de
vista, quedando tan sólo el deseo de conservar le
poder.

El objetivo político a logrear en los
países subdesarrollados es decir, el objetivo cuya
consecución asegurara un desarrollo económica mas
rápido en una sociedad democrática pluralista,
consiste en crear las condiciones pare que los asalariados
urbanos y la masa campesina tengan una participación
directa en el proceso de formación del poder. En el caso
brasileña, las actuales clases dirigentes no representan
más que una fracción de la población con
actividad política. En épocas pasadas, esa
fracción se confundía con la nación entera,
en la medida en que esta estaba constituida por la pequeña
minoría de la población para la cual la actividad
política tenía algún significado, o cuyo
comportamiento podía tener alguna importancia para los
destinos del país. Hoy en día el comportamiento de
la masa trabajadora urbana y rural tiene una importancia
fundamental para el desarrollo económico y social del
país, lo cual significa que ese comportamiento debe
incorporarse al proceso político. Tal ampliación de
las bases políticas es esencial para que el proceso de
transformaciones sociales que ya esta en curso de
realización tome su rumbo definido con el mínimo
costo para la colectividad. No cabe duda alguna que para nosotros
se ha abierto una época de revolución social. Resta
saber si ese proceso revolucionario se desarrollara bajo la forma
de actividad práctica, critica o como la tragedia de un
pueblo que no encontró su destino.

Conclusión

La esencia del pensamiento dialéctico está
en la idea simple de que el todo no puede ser explicado por el
énfasis aislado de sus distintas partes, al todo lo capta
primero a través de lo que se les ha explicado en el texto
y eso se refiere a una síntesis, en gran parte intuitiva
de todo el desarrollo de los acontecimientos que han marcado a un
país en sub-desarrollo como lo es Brasil.

En gran parte lo que afecto a ese país es que la
concentración de la población urbana que se puede
deducir era mínima en comparación con la
población total y que solo esa pequeña parte estaba
vinculada al comercio exterior y tenían mayor acceso a la
alfabetización y a recibir influencias de corrientes de
ideas extranjeras, así como el capitalismo industrial
permitió que se formase todo tipo de sociedad cuyas
características fundamentales la diferencian de todas las
demás.

 

 

Autor:

José Manuel Acosta
Rubio

Leyden E. Fernández
Jiménez

Lissette E. Paulino
Burgos

Enmanuel A. Liranzo

Dolores Alt.
Concepción

Jennifer G. Hilario

Rafael Javier J.

Presentado a:

Víctor M. De la Cruz
Amparo.

Asignatura:

Nociones de Desarrollo
Económico

(Ecn-223)

San Fco. de Macorís, Rep.
Dom.

Monografias.com20 de Febrero del 2010.-

Monografias.comMonografias.com

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